viernes, 7 de noviembre de 2008

no soy nada, yo soy todo

Tengo que salir. Ya me toca a mí. Inspiro y siento como pasan por mi estómago, por mi pecho, por mi garganta, las cosquillas que aún se quedan en las comisuras de mis labios mientras no espiro ni la mitad del aire que he tomado. Con cada inspiración las cosquillas se van acumulando en las comisuras de los labios que mantengo prietos para que no se escapen por ahí y entonces lo intentan por el rabillo de los ojos. Les he puesto nombre a esas cosquillas: se llaman nervios.
Tengo que salir. Ya me toca a mí. Un resquicio de luz se abre ante mí. Inspiro profundamente y cierro los ojos para que no se escapen mis cosquillas. Lentamente voy abriendo los ojos y expirando el aire poco a poco. Con decisión, abro la puerta del todo y sin preámbulos, empiezo a correr. Sin prisa pero sin pausa.
Primero el derecho, después el izquierdo, el derecho, el izquierdo, derecho, izquierdo, derecho, izquierdo. Siento el mundo bajo mis pies. El talón, la planta, la punta. El derecho. Piso con fuerza. El talón, la planta, la punta. El izquierdo. Dejo huella en el suelo con cada paso. El talón, la planta, la punta. Un saltito y el derecho. Solo importan mis pies. El talón, la planta, la punta. Un saltito y el izquierdo. El talón, clavo el pie en el suelo. La planta, siento el suelo bajo ella. La punta, lo empujo hacia atrás. Un saltito y el derecho. El talón, clavo. La planta, siento. La punta, empujo. Un saltito y el izquierdo. Toda mi atención se concentra en mis pies hasta el punto que, absorta en ellos, me había olvidado de respirar. El suelo se mueve bajo mis pies, no yo sobre el suelo. Un, un, dos. Como en una máquina de correr. Es él quién se mueve, no yo. Un, un, dos. Una máquina de correr llamada mundo. Un, un, dos. Como un payaso encima de una pelota gigante. Es él quién se mueve, no yo. Un, un, dos. Una pelota gigante llamada mundo.
Un, un, dos. Mi respiración marca el compás de mis pasos. Un, un, dos. Un, un. Cojo aire con una doble bocanada de aire y lo expulso en un gran suspiro. Dos. Un, me lleno la boca de aire. Un, llevo ese aire a los pulmones. Dos, lo expulso fuertemente. Derecho, izquierdo, derecho, izquierdo. Un, un, dos. Mis pasos se convierten en una melodía hipnótica en harmonía con mi respiración. Un, un, dos. Nada más que poner un pie delante del otro. Un, un, dos. Nada más. Un, un, dos. Los semáforos se ponen en verde a mi paso. No sigo un camino, solo pongo un pie tras otro sin parar. Un, un, dos. Dejo que las señales me guíen. Un, un, dos. No sigo un camino, un pie tras otro, nada más.
Un, siento un extraño hormigueo en las extremidades. Un, los brazos se me caen y siento que el hormigueo va subiendo por mis piernas volviéndolas de barro y haciéndome notar su presencia. Dos, mis músculos rechistan. Un, el aire que engullo se instala frío en mis pulmones y me hace sentir su situación exacta en mi pecho. Un, tomo por la nariz el aire frío y astillado que caprichoso, prefiere mi cabeza a mis pulmones. Dos, siento el aire helado en las sienes, entre los ojos y las cejas, en mis oídos. Un, mi corazón empieza a bombear con fuerza mi sangre hasta la más recóndita de mis células hambrientas de oxígeno. Un, lo escucho latir en mis oídos. Dos, no oigo nada más que la extraña melodía de mis pasos, mi respiración y mis latidos. Un, un, dos. Soy inmune a mi alrededor. Un, un, dos. Solo poner un pie delante del otro, nada más. Soledad compartida entre yo, mis músculos furibundos y mi canción, nada más.
Un, un, dos. Tengo la boca seca. Siento el agotamiento en todos mis músculos. Venga un paso más. Solo un paso más. Me arden los brazos y las mejillas calientes en contacto con el viento frío y cortante. Venga solo un paso más, solo uno más. La carne de mi costado se pega a mi costilla produciéndome un intenso dolor que se mezcla con el placer de que solo sea físico. Venga un paso más. No puedo detenerme o el mundo dejará de moverse. Es él quién se mueve, no yo. Soy yo el motor que lo mueve. Como una gran máquina de correr. El payaso que hace rodar la pelota gigante. No puedo respirar. Inspiro con desesperación. Necesito más, necesito más aire. Tengo que seguir. No puedo parar o el mundo dejará de moverse bajo mis pies. Uno más, uno más, solo uno más. Mis ojos me queman y el viento seca todas las lágrimas que a ellos hubieran asomado de no ser por la dulce monotonía de mi canción. Solo se trata de poner un pie tras otro. No puede ser tan difícil. Uno más por favor. No puedo parar. La boca me sabe a sangre. La cabeza se me hace plomo y el cuerpo pluma. Mi cuerpo se hace liviano, mi vista se nubla. Uno más, uno más. Solo uno más por favor. Un hormigueo aborda todo mi cuerpo. Voy a caer, no puedo más. Voy a caer y el mundo dejará de moverse. Venga un paso más por favor, un paso más. Me flaquean las piernas, mis rodillas se doblan y me doy de bruces contra el suelo. Estallo en lágrimas y siento como ruedan calientes por mis mejillas. Respiro con agonía. Mi canción aún resuena en mis oídos. Siento que me desvinculo de mi cuerpo y mi alma se funde con el aire que aún y sin éxito intento respirar. Una neblina roja me nubla la vista. Mi cuerpo pluma, mi cabeza plomo. Me desvanezco y me fundo con el mundo que aún sin mi sigue girando. Por fin, por fin, por fin. Por fin ya no soy nada por qué ahora, soy todo.


Aether

1 comentario:

Thot* dijo...

Has echo que sienta pesar cada vez que ando.. juas!

Me has echo sentir mientras leía, y yo soy fácilmente aborrecible cuando leo, pero has echo que me capte el 100% de la atención, tiene mucho mérito.

Si seguimos así auguro unas tardes de filosofía preciosas, realmente impecables, como siempre entre nosotros, aunque seamos absurdos e inteligibles para el mundo exterior que al fin y al cabo, no es nada.

O lo es todo?

Gran binomio el que escogimos.. Si es que tenemos alquilado ya el trono, mi reina!

;)

Thot.